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sábado, 28 de julio de 2012

El valle de la violencia


Aquí estamos con el gran James Stewart para disfrutar de otra de sus carismáticas y excepcionales interpretaciones. Historia bonita, educadora, antibélica, integradora, antiracista y con una enorme cantidad de valores familiares. Conservadora. También, pero ni más ni menos que un reflejo de la época. Charlie Anderson (James Stewart) es un granjero de Virginia, viudo y con seis hijos y una hija, que no conoce otra vida que la del trabajo de la tierra y el sacar a su familia adelante. Con una enorme melancolía y recuerdo para con su esposa fallecida, se ve reflejado en los primeros compases de la cinta, Charlie ve como la guerra civil llega a las lindes de sus tierras comenzando así una lucha por intentar quedar al margen y que esta contienda a la vez no le perjudique. Pero todo es en vano cuando su benjamín es cogido prisionero por soldados de la Unión. Empezará aquí una búsqueda agonizante por los campos de prisioneros y campamentos militares que llevará a Charlie a contemplar los horrores de cualquier guerra (y más si es civil) y a sufrir sus consecuencias.

Técnicamente la película es buena. Argumento atractivo con un guión bien desarrollado. Interpretativamente destaca, evidentemente, James Stewart al que, y ya avanzada su carrera, le viene como anillo al dedo el papel de patriarca de una familia numerosa a la que defiende por encima de cualquier circustancia. Andrew V. McLagen, experto en westerns de los que a lo largo de su carrera no hizo sino rodar unos cuantos bastantes, realiza una aceptable dirección centrándola principalmente en la figura de la estrella de Pennsylvania y acompañada por una estupenda fotografía. Estamos ante un western moralista, tremendamente moralista, donde se dan lecciones de respeto a la familia y donde el mensaje antibélico está claramente presente durante toda la cinta. Mensaje antibélico que culmina la cinta, porque es el momento más emocionante y definitivo de la película. Cuando, después de todo, y ante las tumbas de su querida esposa Martha y de su hijos muertos, Charlie habla...y de que manera: "Ya ni siquiera sé que decirte Martha. No puedo contarte gran cosa acerca de esta guerra. Es como todas las guerras supongo. Las ganan los enterradores. Los políticos hablan mucho de gloria, los ancianos de la falta que hacía, los soldados solo quieren volver a casa. Ahora ya no estarás sola porque tienes a James, Ann y Jacob..."

TÍTULO ORIGINAL Shenandoah
AÑO 1965




DIRECTOR Andrew V. McLaglen
GUIÓN James Lee Barrett
MÚSICA Frank Skinner
FOTOGRAFÍA William Clothier (AKA William H. Clothier)
REPARTO James Stewart, Doug McClure, Glenn Corbett, Patrick Wayne, Katharine Ross, Rosemary Forsyth, Phillip Alford, Paul Fix, James Best, George Kennedy
PRODUCTORA Universal Pictures
PREMIOS 1965: Nominada al Oscar: Mejor sonido


SINOPSIS Guerra de Secesión (1861-1865). Charlie Anderson, viudo y padre de familia numerosa, posee una granja en Virginia. Siendo contrario a la esclavitud, está firmemente decidido a mantenerse al margen de la guerra civil, a pesar de las presiones que soporta, incluso por parte de algunos de sus hijos.
CRÍTICAS ----------------------------------------
"Interesante western (...) con bastantes alicientes" (Fernando Morales: Diario El País)
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Rio Bravo


Poesía. Arte. Épica. Tres epítetos que definen a Río Bravo. Junto con "El hombre que mató a Liberty Valance" los dos mejores western de la historia. Pero la narración trasciende al género. Posee uno de los mejores guiones que se hayan escrito. Rio Bravo nos habla de redención. De heridas cicatrizadas con alcohol. De miradas que esconden pasión infinita. De amor. Y de venganza. Chance hace gala de su hombría, pero Feathers le desarma con sólo mirarle (Angie Dickinson nunca estuvo tan hermosa). El viejo charlatán y bonachón Stumpy cuida de él (Walter Brennan colosal) y Dude lucha contra sus fantasmas antes que contra los Burdette (como ya hiciera Gene Kelly en Herencia del Viento, Dean Martin se desmarca de sus papeles de galán para realizar la mejor actuación de su carrera). El quinteto lo completa Colorado, un guaperas listo y tan habilidoso para ayudar como para meterse en problemas. Hasta el tratamiento a los hispanos es respetuoso (El siempre amable y servicial Pedro). La película contiene escenas memorables: El disparo de Dude al asesino de Wheeler; Stumpy, Colorado y Dude interpretando "My rifle, my pony and me" y "Cindy" (ver spoiler); Chance prohibiendo a Feathers llevar medias y por supuesto, el intercambio entre Dude y Joe Burdette. Si a todo esto le unimos una espectacular banda sonora de Dimitri Tiomkin y una dirección sublime de Howard "Todoterreno" Hawks, el resultado es Río Bravo. Una obra maestra que no os podéis perder. 

Obra maestra por muchas cosas:

Por el arranque espectacular que tiene, sin una sola palabra, ni falta que hace.

Por los actores, John Wayne en el papel de sheriff, Dean Martin de amigo borracho enamorado al que Wayne ayuda a salir de la crisis, Walter Brennan de viejo cascarrabias tullido con el que te partes, Ricky Nelson de joven inexperto pero valiente y Angie Dickinson poniendo malito a todo el personal con su físico e inteligencia.

Por como está dirigida por Howard Hawks, dos horas largas de película, en las que los pocos escenarios que salen son la comisaría, la calle, el saloon y poco más. En este espacio y en este tiempo se desarrollan escenas cotidianas, ir a por comida, hacer la ronda, dar un paseo, unas conversaciones, tocar la guitarra... todo contado de una forma amena y manteniendo en vilo al espectador.

Por las dos canciones que se marcan al alimón Dean Martin y Ricky Nelson, magnificas voces acompañadas por Walter Brennan, que hará que más de uno se tronche de la risa.

Por la música de Dimitry Tiomkin, para variar.

Porque en esta película John Wayne no es su personaje, John T. Chance, sino John Wayne. Un tipo duro, sí, pero también un amigo de verdad (por no dejar que Dean Martin siga sumido en una profunda crisis personal), un profesional que intenta cumplir con sus obligaciones, y por qué no, un ligón, a pesar de ser muy feo.

TÍTULO ORIGINAL Rio Bravo
AÑO 1959




DIRECTOR Howard Hawks
GUIÓN Leigh Brackett & Jules Furthman (Historia: B. H. McCampbell)
MÚSICA Dimitri Tiomkin
FOTOGRAFÍA Russell Harlan
REPARTO John Wayne, Dean Martin, Ricky Nelson, Angie Dickinson, Walter Brennan, Ward Bond, John Russell, Claude Akins, Bob Steele, Estelita Rodriguez
PRODUCTORA Warner Bros. Pictures


SINOPSIS El sheriff Chance (John Wayne) encarcela por asesinato al hermano de un poderoso terrateniente cuyos hombres intentarán liberarlo. Para impedirlo, Chance cuenta con la colaboración de dos ayudantes: un alcohólico (Dean Martin) y un viejo tullido (Walter Brennan), a los que se une un joven y hábil pistolero llamado Colorado (Ricky Nelson). Todos quedarán encerrados en la cárcel de la oficina del sheriff, roedados, incrementándose la tensión en el pueblo a la espera de que llegue la autoridad estatal para llevarse al detenido.
CRÍTICAS ----------------------------------------
Howard Hawks es, probablemente, la prueba más evidente de que nunca se hizo mejor cine que cuando éste se consideraba un oficio artesanal. Responsable de obras maestras en casi todos los terrenos, ésta es la correspondiente al género por excelencia: el western. Se sintió tan a gusto contando la historia de un sheriff que debe defender la legalidad con la ayuda de un alcohólico, un viejo, un jovencito inexperto y una mujer, que la repitió -con ligeras variaciones- dos veces más: en “El Dorado” (1967) y en “Río Lobo” (1970). Pura sabiduría narrativa, pura diversión, puro cine. Una obra maestra absoluta. 
"Excepcionales interpretaciones para un título legendario del western que, pese a su larga duración, no le sobra ni un solo minuto. Un clásico" (Fernando Morales: Diario El País)
 

Misión de audaces


Rodada por John Ford en el periodo que va de “Centauros del desierto” a “El hombre que mató a Liberty Valance”, dos de sus más reputadas obras maestras, “Misión de audaces”, ha sido injustamente tratada por la crítica y aún hoy permanece desconocida para el gran público. Abril de 1863; el coronel Marlowe recibe la orden de adentrarse 300 millas en territorio confederado, al mando de tres regimientos, con la misión de destruir el nudo ferroviario de la estación Newton, de vital importancia para el ejército sudista. Las tensas relaciones entre el coronel Marlowe y el mayor Kendall, médico del regimiento, y la presencia de una bella dama del sur, retenida como rehén, pondrán en peligro el éxito de tan arriesgada y suicida misión. Con el trasfondo de la Guerra de Secesión; basada en un hecho real, “Mision de audaces” es el retorno de Ford a la temática de la caballería ya tratada en su famosa trilogía, malinterpretada por los que vieron en ella una clara exaltación militarista. Aquí Ford se muestra contundente como nunca y articula un discurso inequívocamente antibelicista, demoledor alegato contra la guerra, donde los héroes han dejado paso a los antihéroes, donde la épica desaparece en medio del dolor, la desolación y la muerte, y donde el canto al honor, la integridad y la ética no contradice el mensaje último de un film complejo, en el que Ford no juzga, solo muestra, guardando una exquisita neutralidad respecto a los contendientes de esta cruel guerra fraticida. Con una magistral dirección; un sólido guión muy fordiano, con esos pequeños toques de humor, tan propios del maestro, y una estilizada puesta en escena, “Misión de audaces” es un film deslumbrante, profundo sin dejar de ser entretenido, alternando espectaculares secuencias de acción -maravillosamente filmadas-, con secuencias intimistas de gran calado emocional. En la historia de esos tres seres humanos, personajes esculpidos por Ford con mano maestra, atrapados en la barbarie de la guerra, el continúo enfrentamiento entre el taciturno coronel Marlowe -soberbio John Wayne-, ingeniero ferroviario obligado a destruir aquello que construye en la vida civil, marcado por el pasado, en el que prima el sentido del deber, y el escéptico mayor Kendall -excelente William Holden- el medico de principios profundamente humanistas, se verá alterado por los acontecimientos y por la irrupción en sus vidas de Hannah, la orgullosa rehén sureña, -una Constance Towers muy bien dirigida-, que verá cuestionado su mundo después de un duro viaje iniciático, donde tomará consciencia de su frágil vulnerabilidad. Al final todos ellos habrán cambiado, porque ya nada nunca podría ser igual. Obra maestra imperecedera de inaplazable reivindicación. 

TÍTULO ORIGINAL The Horse Soldiers
AÑO 1959




DIRECTOR John Ford
GUIÓN John Lee Mahin, Martin Rackin
MÚSICA David Buttolph
FOTOGRAFÍA William H. Clothier
REPARTO John Wayne, William Holden, Constance Towers, Althea Gibson, Hoot Gibson, Russell Simpson, Anna Lee
PRODUCTORA The Mirisch Corporation / Mahin-Rackin / United Artists


SINOPSIS Un severo coronel de La Unión (Wayne) está al frente de un regimiento que debe infiltrarse en pleno territorio confederado para cumplir una difícil misión. En esta aventura lo acompaña un médico de buenos sentimientos (Holden). Para evitar que revele sus planes al enemigo, se ven obligados a llevarse como rehén a una joven rebelde sureña (Constance Towers).
CRÍTICAS ----------------------------------------
 
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"Maravilloso western protagonizado por unos inconmensurables Wayne y Holden. Un lujo" (Fernando Morales: Diario El País)
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viernes, 27 de julio de 2012

Tiempos de gloria


Edward Zick es un director bastante apañadito, de esos que cuando uno ve sus películas por lo menos se da cuenta que no es un tipo vulgar, zafio y que tiene buen gusto. Y todo eso ya es algo profundamente satisfactorio en nuestra sociedad estéticamente ya sin clase. “Tiempos de gloria” es con probabilidad su mejor película (mucho mejor sin duda que la pastelona “Leyendas de pasión” y no digamos de la artificiosa y sonrojante “El último samurai”. Lo mejor de la cinta es el aroma que desprende de cuidado en todos y cada uno de sus planos. Los detalles más minúsculos se aprecian si se ve con atención.


A todo ese magnífico conjunto le acompaña unas interpretaciones muy acertadas, sobre todo por un conjunto de actores secundarios (y terciarios) que evocan con naturalidad y consistencia la vida de diaria de unos hombres que lo pasaron muy mal, pero que muy mal. No cabe duda que Matthew Broderick ha sido muy criticado por su actuación, pero es normal. Personalmente a mí me gusta, creo que precisamente lo que se pretende es eso exactamente, mostrar un hombre joven que le viene grande su mando y que aún así se esforzará porque la cosa llegue a buen puerto aunque él sospeche que no podrá ser así. Denzel Washington, está un tanto desmedido pero esas son las interpretaciones que ganan los Oscar. Y Freeman genial como casi siempre, Me gusta el final. Y es lo que más suelen fallar las películas de este tipo, en cambio aquí acierta de lleno. Además constantemente el tema del racismo no está presentado desde el lado sureño como hubiera sido lo fácil sino desde el lado nordista que es más interesante y genera esa sensación de guerra civil dentro de otra guerra civil. Es una película a reivindicar como material educativo y enseñanza de la historia. Porque nadie hizo la guerra por los esclavos negros. Ellos fueron una excusa, una bandera más, una forma de marketing...La guerra civil americana es un asunto esencialmente de dos modelos de regímenes políticos que se están dando en un estado biológicamente en crecimiento y geopolíticamente expansivo. Los derechos humanos son temas totalmente accesorios. También hay que señalar que los ingredientes patrióticos y militaristas están presentes con gran fuerza, porque la lealtad y la disciplina están por encima de ciertas cuestiones personales que no tienen importancia ante momentos históricos cumbres. Lo cuál nos lo presenta Zwick con gran sencillez y sin necesidad de hermosos y grandilocuentes planos autocomplacientes. Estamos ante una de las mejores películas sobre el tema de la guerra civil norteamericana. 





TÍTULO ORIGINAL Glory
AÑO 1989




DIRECTOR Edward Zwick
GUIÓN Kevin Jarre
MÚSICA James Horner
FOTOGRAFÍA Freddie Francis
REPARTO Matthew Broderick, Denzel Washington, Cary Elwes, Morgan Freeman, Bob Gunton, Andre Braugher, Jay O. Sanders, JD Cullum, Cliff De Young, Donovan Leitch, Jihmi Kennedy, Jane Alexander, Bill Nunn, Kevin Jarre
PRODUCTORA Tri-Star
PREMIOS 1989: 3 Oscars: Mejor actor secundario (Denzel Washington), fotografía, sonido. 5 nominaciones


SINOPSIS Entre 1861 y 1865 tuvo lugar la Guerra de Secesión que enfrentó al ejército confederado (Sur) con las tropas de la Unión (Norte). Los militares del Norte eran reacios a reclutar negros y armarlos para luchar contra el Sur; pero, finalmente, se aprobó una ley que lo permitía. El regimiento 54 de Massachusetts fue el primero y el más valeroso de los batallones formados por negros, y el Coronel Robert Gould Shaw fue el encargado de organizarlo.
CRÍTICAS ----------------------------------------
Drama antibelicista ambientado durante la Guerra de Secesión americana y centrada en la participación de soldados de color en las fuerzas de La Unión. El gran Denzel Washington, que ya había trabajado en varias películas anteriormente, consiguió un merecido Oscar al mejor actor secundario. Muchas estatuillas de la Academia de los Premios Americana pasan por resultar a la postre intrascendentes, pero afortunadamente este premio ayudó al gran actor de color a ser cabeza de cartel de multitud de producciones a partir de ese momento, convirtiéndose en uno de los grandes nombres americanos de los noventa. 
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"Guión pobre y puesta en escena bastante sosa (...) sumamente desperdiciado" (Fernando Morales: Diario El País)
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Cabalga con el diablo


“Cabalga con el diablo” tiene numerosas virtudes: una sólida base literaria que invita a la épica, medios de producción holgados, un competente equipo técnico y artístico...Pero fallan ritmo y tempo. Los cinéfilos nos quejamos de que a la mayoría de películas les sobran bastantes minutos. Sin embargo, aquí se ha querido hacer una película tipo cuando se requería una duración mucho mayor. Se sabe que la copia que ha llegado a Europa contiene quince minutos menos, pero nos atreveríamos ha afirmar que los productores redujeron el material filmado por Lee y que éste, a su vez, ya eliminó algunos fragmentos de la novela. Es la única manera de explicar un resultado tan deslavazado, inconexo y, en ocasiones, incomprensible que constituye un boceto, un resumen constituido por una sucesión de secuencias medianamente conseguidas pero que unidas dan lugar a un conjunto deshilvanado. Esta historia de una decepción vital de unos personajes arrojados a un conflicto bélico por lealtad a sus amigos y situados en el bando opuesto al que, por lógica, pertenecerían y por encima de todo un fresco del momento histórico en el que el germen de la americanización actual surgió- motivo por el cual interesó tanto a un Lee, a priori tan ajeno- fracasa en el uso del “tempo” cinematográfico porque es incapaz de hacernos sentir y creer algo tan sencillo cuando se consigue: el paso del tiempo sobre la pantalla. Entre secuencia y secuencia puede haber pasado mucho tiempo pero los momentos de transición literalmente no existen, con lo que además el espectador no se impregna de la evolución de los personajes. Personajes con los que, además, uno no se implica porque no llega a conocerlos. Esto, para colmo, crea una primera sensación de que la película no acaba de arrancar, de centrarse; sensación que se trasforma en deseo de finalización cuando, tras una hora de película, se constata que ese nudo no se va alcanzar nunca. También fracasa en el ritmo narrativo. Encontramos momentos que necesitarían bastante más tiempo del que se les otorga y otros (como el de la decisión de amputarle o no el brazo a uno de los protagonistas) que requerían de menos espacio.

Se trata de un film historicista sobre las milicias de irregulares en Missouri durante la guerra de Secesión, que de modo bastante comprensible no pareció gustar a casi nadie, principalmente por su extraño ritmo interno y su decidida falta de maniqueísmo, repartiendo por igual a unos y otros hasta acabar siendo la historia de dos inadaptados, un joven de origen alemán y un negro que lucha por el Sur. Película no tanto sobre la amistad, que también, como sobre la lealtad asumida como compromiso vital y mirada reflexiva sobre Norteamérica, que coherentemente prorroga la estupenda "La tormenta de hielo". Muy bien interpretada por un grupo de actores conjuntado y sin alardes (destacan eso sí, la economía expresiva de Tobey Maguire, el poso de Jeffrey Wright y un Jonathan Rhys-Meyers escalofriante), con diálogos magníficos (ese "Mujer, he matado quince hombres"), estupendamente ambientada (con toques tan peculiares como la incongruente y atildada elegancia de los "bushwackers"), con una sabia valoración del hermoso paisaje y los cambios de las estaciones como elemento dramático y rematada por una banda sonora fuera de serie cortesía de Mychael Danna (privilegiando el banjo, el violín y la melodía tradicional). Combina con acierto lo contemplativo con lo activo en un tempo dramático quizás descompensado pero singular y está rematadamente bien rodada, con limpieza, elegancia y claridad (la contundente escaramuza primera resulta ejemplar) que no desdeña ni la violencia ni la extrañeza (el célebre "raid" sobre Lawrence visualizado y narrado de un modo absurdamente sereno, la calma en el ojo del huracán), desborda humanismo y no olvida el humor. Una gran película, algo tocada por esa estructura demasiado episódica que provoca un cierto desequilibrio interno pero que de ningún modo merece el olvido y se erige como una pieza con verdadera personalidad.

TÍTULO ORIGINAL Ride With the Devil
AÑO 1999




DIRECTOR Ang Lee
GUIÓN James Schamus (Novela: Daniel Woodrell)
MÚSICA Mychael Danna
FOTOGRAFÍA Frederick Elmes
REPARTO Tobey Maguire, Skeet Ulrich, Jewel Kilcher, Jeffrey Wright, Tom Wilkinson, James Caviezel (AKA Jim Caviezel), Simon Baker, Jonathan Rhys-Meyers, Mark Ruffalo
PRODUCTORA Good Machine / Hollywood International Multimedia Group Inc. / Maplewood Productions Inc. / Universal Pictures


SINOPSIS 1861, Guerra de Secesión (1861-1865). Al mismo tiempo que los ejércitos se enfrentan en el campo de batalla, en la retaguardia, los partidarios de la causa sudista practican la guerra de guerrillas. En un lugar de la frontera entre Kansas y Missouri, Jake Roedel y Jack Bull Chiles, dos amigos de la infancia, se unen a un grupo guerrillero. Los actos de crueldad por parte de ambos bandos producirán en ellos una profunda transformación

jueves, 26 de julio de 2012

Asalto y robo de un tren

Considerado como el primer western, es realizado por Edwin Stratton Porter (1869-1941). Escriben el guión Scott Marble y Edwin Porter, que se inspiran en un hecho real sucedido el 29-VIII-1900 y toman el título de una pieza de teatro de Marble de 1896. Se rueda en escenarios naturales de New Jersey (Dover, Orange Mountains, West Orange, Essex County Park) y de la línea férrea Delaware and Lackawanna Railroad (New Jersey) y en los platós de Edison's NY Studios. Producido por Edison Manufacturing Co., se estrena el 1-XII-1903 (EEUU).

La acción dramática tiene lugar en una localidad rural del Oeste, en 1903. Una banda de 4 forajidos, liderada por un cabecilla agresivo y sanguinario (Barnes), asalta un tren de pasajeros a punta de pistola del que se lleva un importante botín. A raíz de los incidentes resultan muertas por arma de fuego tres personas que viajaban en el tren. El atraco está planificado con minuciosidad, conocimiento de causa y una buena sistemática: las tareas están cuidadosamente distribuidas entre los cuatro asaltantes. En la ejecución del asalto los bandidos dan muestras de frialdad, crueldad y ensañamiento.

El film es un cortometraje, mudo, que suma acción, aventura, crimen y western. La obra consta de 14 escenas diferenciadas, que se agrupan en tres actos (asalto, huida y persecución). Intervienen 8 actores y actrices y un centenar de extras. Algunos hacen varios papeles, como es el caso de Gilbert M. Anderson (bandido, pasajero herido y bailarín). Éste se convierte en la primera estrella del western, al encarnar a partir de 1910 el personaje de ficción llamado Bronco Billy, que alcanza gran popularidad.

La obra incorpora algunos de los elementos que pasarían a formar parte de la mítica del western, como el asalto de un tren. Incorpora elementos que con el tiempo formarán parte de la iconografía del género, como las pistolas de 6 balas, los rifles, los sombreros vaqueros, los caballos, el saloon, el sheriff, las armas al cinto, el pañuelo anudado al cuello en triángulo para cubrir el rostro, las botas, etc. Incorpora, así mismo, arquetipos dramáticos que se harían propios del género, como la lucha implacable entre ciudadanos honrados y forajidos, las huidas a caballo, las persecuciones, los enfrentamientos a tiros, la escena del baile popular, etc.

Construye lances pensados para provocar en el público emociones fuertes, como el primer plano del forajido que dispara a bocajarro contra la cámara y los espectadores, el asesinato del fogonero, el lanzamiento de un herido fuera del tren en marcha, la explosión de dinamita, etc. La fiereza de la violencia se pone en contraste con elementos caracterizados por la ternura (hija pequeña del telegrafista), la distensión (baile en el saloon), la gracia (baile cruzado de dos parejas), la elegancia (vestido coloreado de la bailarina), etc. De ese modo se consigue reforzar la presencia y la intensidad de la violencia.
El film presenta acciones simultáneas que se desarrollan en lugares diferentes: asalto al vagón postal y a la locomotora, asalto al tren y liberación del telegrafista, desarrollo del asalto y organización de la partida de persecución. La narración hace uso de la elipsis, al prescindir de referencias innecesarias: el telegrafista entra en el saloon para dar la alarma sin haber explicado cómo se ha trasladado desde su oficina. Ofrece algunos movimientos de cámara, siempre suaves y cortos (huida de los forajidos). Se sirve de algunos efectos, como el de parada de máquina (sustitución del cuerpo del fogonero por un muñeco de apariencia similar). Trabaja en varios platós diferentes: oficina de telégrafos, saloon, vagón postal. Alterna equilibradamente las escenas de interior y exterior, las de escenarios reales y las del plató.

La fotografía, de Edwin S. Porter y Blair Smith, en B/N, coloreada a mano, se mueve mayoritariamente en planos medios. Es una excepción el primer plano del disparo a la cámara. La narración visual es dinámica y mantiene un ritmo sostenido en las escenas de acción. En los planos tienen cabida numerosas personas y acciones colectivas. Entre ellos destaca el del atraco a los viajeros del tren. Cuida los ángulos de encuadre, las perspectivas y la composición del dibujo.
TÍTULO ORIGINAL The Great Train Robbery (S)
AÑO 1903




DIRECTOR Edwin S. Porter
GUIÓN Edwin S. Porter
MÚSICA Película muda
FOTOGRAFÍA Edwin S. Porter (B&W)
REPARTO Bronco Billy Anderson, A.C. Abadie, Justus D. Barnes, Donald Gallaher
PRODUCTORA Edison Manufacturing Company


SINOPSIS Narra el asalto a un tren por parte de unos bandidos. Escrita y dirigida por Edwin S. Porter, a quien se le atribuye en ocasiones la paternidad del cine de ficción, Porter trabajó en el estudio de Thomas Alva Edison, creando la que sería la primera película estadounidense importante. De 8 minutos de duración, "Asalto y robo de un tren" influyó de forma decisiva en el desarrollo del cine porque incluía innovaciones como el género escogido (western) y sobre todo el montaje de escenas filmadas en diferentes momentos y lugares para componer una unidad narrativa. Al hacer esto, Porter inició el montaje, uno de los fundamentos de la creación cinematográfica, proceso en el que diferentes fragmentos elegidos de las diversas tomas realizadas —o disponibles— se reúnen para conseguir un conjunto coherente. Asalto y robo de un tren tuvo un gran éxito y contribuyó de forma notable a que el cine se convirtiera en un espectáculo masivo. Las pequeñas salas de cine, conocidas como nickelodeones, se extendieron por Estados Unidos, y el cine comenzó a surgir como industria.
 

martes, 24 de julio de 2012

George A. Custer

El general George Armstrong Custer era conocido por los indios como Pahuska, «el de los cabellos largos», a causa de la melena de color pajizo de la que el general estaba tan orgulloso. Pero, entre los indios de las praderas norteamericanas, era mejor con conocido como un cruel genocida, como un aniquilador de tribus enteras. Custer, que estaba al frente del famoso Séptimo de Caballería, se ganó su sangrienta reputación en 1868, cuando fue enviado por el general Philip Sheridan —el "Oso Enfadado" de los cuarteles fronterizos— a sojuzgar a los indios de las praderas que se negaban a concentrarse en las reservas que el gobierno había establecido para ellos.
Por qué se eligió a Custer para esta importante misión es un tema que se presta a conjeturas, pues la carrera de Custer como soldado había sido muy irregular. Custer nació el 5 de diciembre de 1839 en New Rumley, Ohio. Se graduó en la Academia militar estadounidense de West Point, y gracias a la guerra civil —en la cual se distinguió en la persecución del general Robert E. Lee, comandante en Jefe de la Confederación—, alcanzó el grado de general de brigada a la temprana edad de 23 años.
A Custer se le subió el éxito a la cabeza. Se convirtió en un vanidoso, en un extravagante buscador de glorias. Se dejó crecer su rubia cabellera hasta los hombros y cubrió con sus propios retratos las paredes de su habitación. Cuando la guerra civil terminó, en 1865, el ego del general de brigada Custer se sintió gravemente herido, al ser rebajado al grado de capitán. Se convirtió en el hazmerreír de sus hombres, pero en el lapso de un año, había hecho méritos suficientes para recobrar el grado de teniente coronel. Entonces, su desmesurado amor propio casi lo llevó a la perdición.
Sin consultar a sus superiores, decidió tomarse unas vacaciones y abandonó su campamento para visitar a su esposa, Libbie. Se le sometió a una corte marcial y fue suspendido de empleo y sueldo por un año. Dedicó su tiempo libre a escribir acerca de sus propias aventuras, en los más heroicos términos. También contrajo deudas que, como luego era trasladado de fuerte en fuerte, al parecer nunca lo alcanzaron. En 1868 fue reintegrado al servicio activo y se le confió una misión especial. Una misión que requería tacto, diplomacia y compasión. El recientemente promocionado general George Armstrong Custer, de 28 años de edad, no poseía ninguna de esas virtudes; sin embargo, fue enviado a resolver de una vez por todas los problemas de los indios de las praderas. Los indios, principalmente los cheyenes y sioux, habían sido gradualmente empujados hacia el Oeste durante decenios, debido a la avidez de tierras que inflamaba a los blancos.
Pero en la década de 1860, el proceso se había acelerado, debido a las correrías de indios cazadores de búfalos, que planteaban problemas a las autoridades, a pesar de los tratados sobre el uso de las tierras que permitían a los indios esta libertad de movimientos. Ahora, las autoridades querían las tierras donde habitaba el búfalo. Se decidió que esos indios, que hasta ahora no se habían establecido en reservas para subsistir con las magras limosnas del gobierno, debían ser obligados a someterse.
Se consideró que Custer era el hombre indicado para conseguir ese objetivo. Durante el otoño de 1868, un viejo y pacifico jefe indio, llamado Black Kettle (es decir, Olla Negra), líder de los cheyenes meridionales, se estableció con su tribu a orillas del río Washita para pasar el invierno, a unos 150 km de la avanzada militar más próxima que los blancos habían implantado, el Fuerte Cobb. El jefe indio solicitó que se permitiera a las 200 familias que integraban su rama tribal trasladarse para pasar el invierno bajo la protección del fuerte; pero la petición fue denegada.

El general William Hazen, comandante del fuerte, les dijo a Black Kettle y a su delegación que debían volver al río Washita, donde se les permitiría permanecer hasta que las nieves se fundieran. Esta promesa no significaba nada. Porque en el mes de diciembre de 1868, Custer fue enviado para castigar de modo ejemplar al pueblo de Black Kettle. Una neblinosa mañana, antes de que amaneciera, Pahuska el Melenudo ordenó a sus hombres que rodearan el campamento indio. Cuando los soldados aparecieron a través de la niebla, Elack Kettle tenía ensillado su caballo y salió a parlamentar con ellos. El jefe indio ignoraba que la misión de Custer consistía en «ir al río Washita, al asentamiento invernal de las tribus hostiles, y allí destruir sus aldeas y caballos, matar o colgar a todos los guerreros y traerse consigo a las mujeres y a los niños».
Black Kettle había sobrepasado apenas el perímetro del campamento en su misión de paz, cuando se produjo la carga de la caballería. De acuerdo con la leyenda india, resultó muerto de un disparo cuando levantaba su mano para detener a los soldados que se aproximaban. Custer fue el organizador de la matanza que siguió. Sus órdenes consistían en matar a los guerreros, pero la ejecución fue indiscriminada. Murieron más de 100 cheyenes, de los cuales sólo una décima parte eran guerreros. El resto eran mujeres, niños y ancianos. También fueron exterminados cientos de caballos, para que los sobrevivientes no tuvieran posibilidades de escapar. Y unas 50 mujeres y niños fueron tomados prisioneros.
El miedo y el odio a Custer se extendió entre las tribus, y fue alimentado, a través de los meses siguientes, a medida que Custer emprendía despiadadas campañas contra los indios de la zona. Entonces fue cuando Custer, el hombre elegido por Washington para transformar el Oeste en un lugar seguro para los cristianos civilizados, se convirtió en el hombre que, mediante traiciones y matanzas, obligó a rendirse a un jefe tribal tras otro. Hasta que se enfrentó con Sitting Bull es decir, Toro Sentado - imagen der. -).
Tatanka Yotanka, o Sitting Bull, era el líder de los hunkpapa, la más belicosa e independiente rama de la nación sioux. Sioux significa también Dakota, y fue en Dakota, en las vecindades de Montana, donde Custer descubrió que no era invencible.
En 1868, las Colinas Negras de Dakota fueron concedidas para que los indios vivieran allí siempre. Muchas tribus consideraban las colinas, las «Paha Sapa», como lugares sagrados y como centro del mundo del espíritu. En 1868, el tratado fue aceptado por los blancos porque consideraban inservibles esas tierras. Pero ya no estaban de acuerdo seis años después, cuando Custer dirigió una expedición a las colinas e informó a su regreso: «Están llenas de oro, desde las raíces a los pastos». Inmediatamente, el tratado quedó de lado, y Custer presionó para abrir el camino a las riquezas de las Colinas Negras. Los indios llamaban a ese camino «La ruta de los ladrones».
Una comisión fue enviada desde Washington para negociar con los sioux, arapahos y cheyenes, que reclamaban para sí las Colinas Negras. Pero los indios se negaban a vender su tierra sagrada o a cambiarla por otro territorio. Toro Sentado les dijo a los comisionados del gobierno: «No queremos vender nuestras tierras, ni siquiera una pizca de polvo de ellas. Las Colinas Negras nos pertenecen. No queremos al hombre blanco aquí. Si el blanco trata de tomar las colinas, lucharemos». Incapaz de obtener las Colinas Negras por medio de las amenazas, el blanco trató de jugar sucio.
El departamento de Guerra promulgó un ultimátum, por el cual todos los indios que no estuvieran en sus reservas oficiales a fines de enero de 1876 serían considerados hostiles. Se agregaba que «serían enviadas fuerzas militares para obligarlos a acatar esta orden». Toro Sentado recibió la noticia del ultimátum sólo tres semanas antes de la fecha tope, y protestó, afirmando que su tribu no podía ni pensar en movilizar su campamento en pleno invierno.
El 7 de febrero, el general Sheridan —el hombre que una vez declarara que «el único indio bueno es el indio muerto»— recibió la orden de atacar. Y el hombre al que eligió para asestar el mayor golpe contra el enemigo más formidable, Sitting Bull, era su leal verdugo, el general Custer. Durante los primeros meses de 1876, tropas ambulantes de soldados expulsaron a tribus de indios pacíficos que habitaban el río Powdér y la cuenca del río Tongue, cerca de la frontera entre Montana y Wyoming. Con sus tipis incendiados, sus caballos muertos y poca ropa de abrigo, los grupos dispersos de sobrevivientes dirigidos por Toro Sentado, se reunieron en bandas andrajosas pero llenas de orgullo en el Valle de los Grandes Pastos, en Little Bighorn.
A medida que las intenciones del ejército se iban haciendo más obvias, todo indio que no formaba parte del campamento de Little Bighorn quedaba aislado y amenazado. Miembros de las tribus que, previamente, habrían elegido permanecer completamente ajenos a la alianza, se unieron al núcleo de Toro Sentado. Incluso indios que desde hacía tiempo se resignaban a la vida en las reservas desertaron de ellas a millares para congregarse en el valle de Little Bighorn.
Por lo menos había 10.000 indios, de los cuales unos 3000 o 4.000 eran guerreros. Todos sabían que la gran batalla estaba cerca. Era la última ocasión que se ofrecía a los sioux para conservar la tierra de sus ancestros y de sus dioses. Por lo tanto, celebraron la danza del sol. La danza constituía la mayor celebración que la nación sioux conociera jamás. El pasto de primavera estaba exuberante, y abundaban los búfalos, de manera que llenaron sus estómagos, bailaron y probaron su coraje. Toro Sentado, en cuyo cuerpo se veían las numerosas cicatrices dejadas por anteriores danzas del sol, tenía 50 heridas en carne viva, en cada uno de los brazos; era su manera de celebrar esta ocasión. Bailó sin parar alrededor de la vara sagrada, contemplando constantemente el sol. Al caer la tarde, Toro Sentado continuaba danzando aún, y bailó toda la noche, hasta el día siguiente. Después de 18 horas de baile, se desmayó. Cuando lo reanimaron, narró a su nación que había tenido una visión maravillosa: había visto a los soldados blancos «caer como saltamontes» en su campamento, mientras una voz le decía: «Te regalo esta victoria, porque ellos no tienen oídos».
La victoria estaba asegurada! Custer también tuvo visiones: las visiones de su propia gloria. Mientras los sioux cumplían la danza ritual del sol, Custer se dirigía desde el Fuerte Abraham Lincoln hacia Little Bighorn, en el extremo este de Dakota del Norte. En el campamento, todas las noches se sentaba a escribir mensajes de autofelicitación, que dirigía a un periódico de Nueva York. También confiaba sus pensamientos «privados» a su diario: con la idea, por supuesto, de que fueran rescatados más tarde por la posteridad. Custer escribió por entonces: «Durante largos años del pasado, todos mis pensamientos fueron ambiciosos. Pero no de riquezas, no la ambición de ser sabio, sino de ser grande.
Deseo unir mi nombre a actos y a hombres que sean un sello de honor, no sólo para el presente sino también para las futuras generaciones». Éste era, pues, el hombre que llegó al valle del Little Bighorn, al otro lado del río, frente al campamento de Toro Sentado, la noche del 24 de junio de 1876.


Solamente acompañaban a Custer 611 hombres, 12 escuadrones de la caballería estadounidense: sólo una pequeña parte de la fuerza ofensiva de que disponía. Porque, de acuerdo con su conocido estilo de mando, Custer había dejado atrás todas las otras unidades, y se encontraba muy adelantado en el tiempo, listo para entrar en batalla.
Muy rezagado hacia el sur se encontraba el general George Crook, comandante de un regimiento de 1.000 soldados, con 250 crows y shoshonis, indios enemigos de los sioux y procedentes del fuerte Fetterman. Habían sido retrasados, y casi derrotados, por una emboscada que prepararon los oglagas de Caballo Loco (imagen izq.) , que cumplieron una arriesgada salida de su campamento a fin de interceptar a los blancos en el valle del río Rosebud.
En realidad, las fuerzas, bajo la conducción improvisada de Crook, podrían haber sido arrasadas por los sioux de no haber contado con la bravura dé sus aliados indios. De todas maneras, la columna de Crook quedó desintegrada y sin posibilidad alguna de reunirse con las otras fuerzas que convergían sobre Little Bighorn Custer no sabia nada de esto. lo que sabia, en cambio, era que estaba muy adelante de los otros oficiales; que competían con él por la gloria de aniquilar a los indios «hostiles». Estos oficiales eran el mayor general John Gibbon, que había marchado hacia el este desde el Fuerte Ellis, y el general Alfred Terry, que salió hacia el oeste desde el Fuerte Abraham Lincoln, .con la intención de reunirse con Gibbon en el río Yellowstone.
En aquel m omento, los dos estaban remontando el Little Bighorn con una fuerza que, en total, reunía a 1,500 hombres. Terry era el superior inmediato de Custer, y los dos generales deberían haber cabalgado juntos. Peto Terry, que carecía de experiencia en la lucha contra los indios, había cedido a las súplicas de Custer para que le permitiera adelantarse y hacer un reconocimiento del campamento sioux. Temeroso de que alguien pudiese alcanzar antes que él el asentamiento, Custer rechazó la oferta de Terry, consistente en que se llevara más hombres y armas Gatling. En cambio, Custer se adelantó a todos y se jactó: «Yo puedo derrotar a todos los indios del continente con el Séptimo de Caballería», La confianza que Custer tenía en si mismo no lo abandonaba ni por un 1. solo instante.
Condujo a los doce escuadrones que comandaba sin compasión ninguna (los hombres recorrieron 100 km. en solamente dos días) y no se perturbó siquiera al descubrir la verdadera magnitud de la fuerza que estaba buscando para enfrentarse en batalla. El primer indicio acerca del poderío de los sioux se produjo cuando los hombres de Custer hallaron las huellas dejadas por los indios al trasladar de sitio ci campamento, unos pocos días antes. Las huellas dejadas por los cascos de los caballos y el arrastrar de los palos de sus tipis cubrían casi dos kilómetros de ancho.
El segundo indicio provino de los propios exploradores indios empleados por Custer. Le suplicaron que esperara dos días más, para que Terry y Gibbon llegaran, antes de comenzar el ataque. Pero el comandante Pahuska, arrogante y ansioso de gloria, no podía esperar. Y la vanidad fue su perdición. El plan de Custer consistía en separar sus 12 escuadrones en tres batallones, que podrían lanzar ataques simultáneos sobre el campamento indígena desde diferentes direcciones. Por lo tanto, al amanecer del 25 de junio, puso al capitán Frederick Benteen al mando de tres compañías y encargó otras tres al mayor Marcus Reno; el propio Custer se encargó del mando de cinco compañías, y dejó las restantes al cuidado de los pertrechos. Los exploradores de Toro Sentado vigilaban cuidadosamente, escondidos tras los peñascos, el lento avance de Custer y su cúerpo principal, compuesto por 225 hombres que se movían por el valle del río.
Custer buscaba un lugar apropiado para ladear el río y atacar por sorpresa la aldea. Pero los indios sabían que no encontraría ningún vado; Al otro extremo del campamento, la vigilancia india se relajaba un podo Mientras toda la atención de las hombres de Toro Sentado se centraba en el cuerpo principal de la caballería, e1 modesto batallón mandado por el mayor Reno, compuesto por 140 soldados, atacó, de acuerdo a los planes, la retaguardia indígena, tomando por sorpresa a los guerreros de Toro Sentado. Mientras dirigía la carga, Reno confiaba completamente en que Custer hubiese atacado al mismo tiempo por el otro lado de la aldea. No tenía ninguna forma de saber que el batallón de Custer todavía estaba tratando de sortear el obstáculo del río, a unos 6 Km. de distancia. Reno sorprendió en sus guaridas a los oglalas, a los hunkpapas y a los sioux blackfoot, que estaban concentrados en el extremo sur del enorme campamento.
Las mujeres y los niños huyeron de sus tipis bajo una lluvia de balas. Un joven hunkpapa llamado Gall, un huérfano adoptado por Toro Sentado, que lo designó su ayudante de campo, vio derribar a su mujer ya sus hijos antes de que pudiese replegar a sus guerreros para un contraataque. Gall y sus hombres rodearon el flanco de Reno; cuando la caballería vaciló unos instantes y ya no pudo arremeter, los hombres de Gall la sorprendieron por detrás. Superados en táctica y en número, los soldados de Reno —que ya estaban exhaustos por la marcha forzada— se retiraron hacia la relativa seguridad del bosque cercano, buscando un refugio hasta que el ataque de Custer hubiese aplacado la violencia desplegada por los indios. Pero Custer todavía no atacaba. Tampoco lo hacía la tercera columna, a las órdenes del capitán Benteen, que aún se encontraba a algunos kilómetros de su objetivo.
Después de solamente treinta minutos de combate, la retirada del mayor Reno se convirtió en una aplastante derrota. Ahora los indios quedaban libres para concentrar toda su atención en el odiado Pahuska... Toro Sentado permanecía frente a su tipi, y dirigía la batalla mediante una serie continua de mensajeros a caballo. Gall, Caballo Loco y el jefe de los cheyenes, Dos Lunas, Two Moons, galopaban de continuo los cinco kilómetros de extensión que tenía el campamento, concentrando a los guerreros para la batalla que estaba a punto de comenzar. Caballo loco gritó: «iHoka-hey! , Hoy es un buen día para combatir.
Es un buen día para morir. Corazones fuertes, corazones bravos, al frente! Corazones débiles y cobardes, a la retaguardia!». La columna de Custer permanecía aún escondida en las colinas,, frente al campamento de Toro Sentado. El general avanzaba con cautela pero con confianza, buscando el paso ideal entre los riscos, a través del cual cargar sobre la concentración indígena, una vez atravesado el río. Pero Custer no sabía que el río había sido ya vadeado, en sentido contrario, por los hombres de Gall. Éstos se deslizaron por una garganta y atacaron la retaguardia de la columna de caballería. Custer fue tomado totalmente por sorpresa. Ordenó a sus hombres correr hacia la colina más cercana y tomar posiciones defensivas. Pero cuando las tropas estaban a .mitad de camino en su ascenso, el general Custer tuvo una visión: a través de ella vio por primera vez que no era invencible.
Allí, en la cima de ese promontorio —que ahora se llama colina Custer— apareció Caballo Loco con 1.000 guerreros a caballo. Por un momento, los indígenas contemplaron con desdén a Custer y a la banda dispersa en que se había convertido su exhausta caballería. Luego, dando feroces alaridos, los indígenas cargaron colina abajo. La caballería de Custer fue reducida en pocos segundos. Los so4dados desmontaron e intentaron defenderse en campo abierto, sin apenas protección. Lucharon con valentía, tratando de conservar sus caballos. Pero a medida que la gritería de los sioux se acercaba,, los jinetes de Custer tuvieron que liberar las cabalgaduras. Ahora no existía esperanza de escapar. Los orgullosos soldados de caballería quedaron reducidos a un puñado. En los aledaños de la batalla, algunos pocos soldados heridos levantaron sus brazos y pidieron ser tomados prisioneros. Pero no hubo prisioneros ese día. Los heridos fueron muertos a tiros o a cuchilladas.
Custer fue uno de los últimos en morir. A medida que mermaban sus filas y los indígenas se le acercaban, vieron que Pahuska ya no tenía el cabello largo hasta los hombros. Se lo había cortado, y esa era la razón por la cual los atacantes no lo habían reconocido de inmediato. El general estaba en el centro de un pequeño, patético grupo de soldados sobrevivientes. Toro Sentado comentó luego: «Donde se cumplió la última batalla, el de los largos cabellos estaba como una gavilla de trigo con todas las espigas despenachadas a su alrededor».
Muy pronto, Custer fue cubierto por una oleada de guerreros indígenas. Muchos indios reclamaban más tarde haber sido quienes dieron muerte al odiado Pahuska. Era un legítimo motivo de orgullo. En Washington, sin embargo, la última batalla de Custer fue calificada como una masacre salvaje. Se envió un cuerpo más poderoso que el de Custer contra los indígenas, que se dispersaron rápidamente.
Caballo Loco se trasladó a una reserva y se sometió a los blancos. Pero fue arrestado y luego asesinado a bayonetazos mientras trataba de escapar del Fuerte Robinson, en 1887. Sus últimas palabras fueron: «Dejadme ir, amigos míos. Ya me habéis hecho suficiente daño». Toro Sentado huyó con 3.000 guerreros al Canadá, la «Tierra de la Gran Madrina», la reina Victoria. Regresó a los Estados Unidos y se rindió en 1881. Pasó dos años en prisión antes de que le permitieran reintegrarse a su tribu, en la reserva de Standing Rock, en Dakota del Norte Fue la estrella del espectáculo sobre el Lejano Oeste montado por Búfalo Bill durante un tiempo.
Pero, después de regresar nuevamente con su tribu, fue acusado por el ejército de incitar a la rebelión. Cuando la policía indígena llegó para llevárselo a la cárcel, el 15 de diciembre de 1890, Toro, Sentado se resistió al arresto y fue asesinado por la espalda. El derrotado Custer, por su parte, recibió honores que se reservaban a quienes habían triunfado en la batalla. Su cadáver fue recuperado, y se le enterró como a un héroe en West Point. Incluso el único superviviente de aquel baño de sangre, un caballo del regimiento llamado irónicamente Comanche, fue elegido como la mascota del Séptimo Regimiento de Caballería, y aparecía siempre en las paradas, ensillado pero sin jinete. Custer dejó para la posteridad un libro de autoalabanzas, Mi vida en las praderas, que dio origen a una falsa leyenda de heroísmo que tardó un siglo en desvanecerse. Asociado a su memoria, existe en el Little Bighorn un pequeño pero próspero negocio. Vende botellas llenas del «polvo que mordió Cuester".-

Toro Sentado

Tatanka Iyotanka, más conocido como Toro Sentado (en inglés Sitting Bull, en Lakhota: Tȟatȟaŋka Iyotȟaŋka, Grand River, actuales Estados Unidos; ca. 1831 – ibídem, 15 de diciembre de 1890) fue un jefe nativo norteamericano de la tribu de los sioux . Vivió entre los años 1831 y 1890.

Toro Sentado se hizo famoso al conducir 3500 nativos sioux y cheyenne contra el Séptimo de Caballería, que estaba bajo las órdenes del General George Armstrong Custer, en la batalla de Little Big Horn el 25 de junio de 1876, en la que los estadounidenses resultaron derrotados.

Perseguido por el ejército estadounidense, Toro Sentado llevó a sus hombres a Canadá, donde permanecieron hasta 1881. En este año regresó con su tribu a Estados Unidos para que su gente se entregase y con ello terminasen los enfrentamientos. El propio Toro Sentado había sido amnistiado y el ejército lo respetó.

En los años siguientes Toro Sentado formó parte del espectáculo de Buffalo Bill.

Cuando ya fue mayor, Toro Sentado se sintió atraído por unas danzas indígenas de carácter místico, cuya ejecución buscaba expulsar al hombre blanco de las tierras de los nativos. El gobierno estadounidense vio en estas danzas una amenaza y envió en una ocasión policías nativos para detener al antiguo jefe. En el alboroto que se originó, Toro Sentado y también su hijo resultaron muertos.

En sioux, Tatanka Iyotanka significa «Bisonte Macho Sentado». El nombre de Toro Sentado llegó al español a través de la traducción del apelativo que se le dio en inglés, Sitting Bull, puesto que bull, además de significar toro, se utiliza para denominar a los machos de animales similares a los vacunos, como los bisontes.

Bonanza

Mítico western televisivo que, a día de hoy, cuarenta y seis años después de su estreno, todavía algunos canales televisivos continúan emitiendo sus episodios.

Bonanza fue una serie que apostó más por los personajes principales y sus historias, que por la acción puramente dicha, aunque en los catorce años en que se mantuvo en antena, hubo tiempo para un tiroteo que otro.

En el eje de la historia, encontramos a la familia Cartwright, donde su patriarca, el robusto y juicioso Ben, (Lorne Green), ha de lidiar, viudo él, con sus tres hijos varones fruto de varios matrimonios, pues se da la circunstancia, de que cada uno es hijo de una mujer distinta.

Adam, (Pernell Roberts), es el mayor y, en cierta manera el más responsable, aunque esto no le evita meterse en más de un lío.

Hoss, (Dan Blocker), es por su parte, el tipo más honesto e inocente que se eche uno a la cara, todo lo contrario de Joe, (Michael Landon), el benjamín de la familia, siempre dispuesto a desenfundar el revólver, o a seducir a una encantadora muchacha.

Todos ellos viven en "La ponderosa", el gran rancho propiedad de Ben, trasladandose muy a menudo a Virginia City, el cercano pueblo donde se dan sus numerosas aventuras.

La popularidad de esta serie fue tal, que muchos reconocidos actores y actrices de la época quisieron estar en al menos un episodio. Ahí va una lista: John Mc Intire, John Saxon, James Garner, Edgar Buchanan, Harry Carey Jr, Jack Warden, Yvonne De Carlo, Buddy Ebsen, John Anderson, Cameron Mitchell, Vic Morrow, Dianne Foster, o Patricia Donahue entre muchos otros y otras, compartieron cartel junto a los protagonistas a lo largo de 430 largos episodios.

Muy respaldada por el público, Bonanza sufrió sin embargo, un duro revés cuando el 13 de Mayo de 1972, uno de sus más queridos protagonistas, el grandullón e inocente Hoss, (Dan Blocker), murió a causa de una cirrosis irreversible.

La serie permanecería en antena sólo una temporada más, siendo cancelada a mediados de Enero de 1973, pasando a convertirse en toda una leyenda televisiva que, a día de hoy aún perdura. La leyenda de la entrañable y muy unida familia Cartwright.


TÍTULO ORIGINAL Bonanza (TV Series)
AÑO 1959




DIRECTOR David Dortort (Creator), William F. Claxton, Lewis Allen, Leon Benson, Don McDougall, William Witney, Christian Nyby, Michael Landon, John Florea, Leo Penn, Herschel Daugherty, Gerd Oswald, Don Richardson, Robert Altman, William Wiard, Tay Garnett
GUIÓN David Dortort, John Hawkins, Michael Landon, Preston Wood, Thomas Thompson, Ward Hawkins, Frank Chase, Frank Cleaver, Jack B. Sowards, Robert Vincent Wright
MÚSICA David Rose, Harry Sukman, Walter Scharf
FOTOGRAFÍA Haskell B. Boggs, William P. Whitley, Lester Shorr, Ted Voigtlander, Walter Castle
REPARTO Lorne Greene, Michael Landon, Dan Blocker, Pernell Roberts, Lou Frizzell, Tim Matheson, Bing Russell, Ray Teal, Mitch Vogel, Victor Sen Yung, David Canary
PRODUCTORA Emitida por la cadena NBC


SINOPSIS Serie de TV (1959-1973). Viejo Oeste americano (1860-1870). Todos los caminos pasan por La Ponderosa, el rancho de los Cartwight, que se encuentra en los alrededores de Virginia City, junto al Lago Tahoe (Nevada). Ben Cartwright es un viudo que cuida de sus tres hijos Adam, Hoss y Joe, cada uno de una esposa fallecida. Por allí pasan vaqueros polvorientos, predicadores, buscadores de fortuna, viudas ricas y una inacabable galería de personajes que van y vienen llenando la pantalla de aventuras.

Texas, 1870 (El retorno de Sabata)

TÍTULO ORIGINAL È tornato Sabata... hai chiuso un'altra volta (Return of Sabata) (Sabata 2)
AÑO 1971




DIRECTOR Gianfranco Parolini
GUIÓN Gianfranco Parolini, Renato Izzo
MÚSICA Marcello Giombini
FOTOGRAFÍA Sandro Mancori
REPARTO Lee Van Cleef, Jacqueline Alexandre, Giampiero Albertini, Reiner Schöne, Aldo Canti, Ignazio Spalla, John Bartha, Pia Giancaro
PRODUCTORA Coproducción Italia-Francia-Alemania del Oeste; Artemis Film / Jadran Film / Les Productions Artistes Associés / Produzioni Europee Associati (PEA)


SINOPSIS Saba, un antiguo Mayor del ejército confederado, llega a Hopsonville para reclamar a Clyde el dinero que le debe. Clyde no puede pagarle y esto provoca que ambos se asocien temporalmente. Esta unión no complace al banquero Sweeney y a un ex buscador de oro.

Rápida y mortal

Raimi parte de un guión más bien pobre para construir una hiperbólica montaña rusa audiovisual plagada de escenas brillantes rodadas sin artificiosos trampantojos virtuales y con un montaje de precisión tal que te deja amartillado en la butaca sin opción a parpadear.

Sharon Stone es eclipsada por un sorprendente Russell Crowe en su primera película norteamericana, y con ellos el siempre adecuado Gene Hackman haciendo de malo de la función y un jovencísimo Leonardo DiCaprpio.

RÁPIDA Y MORTAL es una emocionante y espectacular pieza de entretenimiento incomprendida e infravalorada antes y ahora.

TÍTULO ORIGINAL The Quick and the Dead




PAÍS
DIRECTOR Sam Raimi
GUIÓN Simon Moore
MÚSICA Alan Silvestri
FOTOGRAFÍA Dante Spinotti
REPARTO Sharon Stone, Gene Hackman, Russell Crowe, Leonardo DiCaprio, Kevin Conway, Lance Henriksen, Roberts Blossom, Gary Sinise, Keith David, Pat Hingle, Mark Boone Junior, Olivia Burnette, Woody Strode
PRODUCTORA TriStar Pictures


SINOPSIS Ellen, una bella y misteriosa extranjera, llega a una pequeña ciudad del Oeste y se inscribe en una peligrosa competición en la que pistoleros procedentes de todas partes arriesgan sus vidas a cambio de fama y dinero. Los motivos de Ellen son muy distintos: quiere vengarse de Herod, un hombre sin escrúpulos que domina la ciudad, por el daño que le hizo a su familia en otros tiempos.
CRÍTICAS ----------------------------------------
No es que sea exagerada sin disimulo, es que su efectismo es su mayor -apenas su único- mérito. En un pueblo del Oeste americano, las mejores pistolas se reúnen para participar en una competición idealizada en mi infancia: ver quién es el más rápido con el revólver. Un atípico western nada convencional y con el sello estético -inconfundible- de Sam Raimi. Cuenta en el reparto con los primerizos -hoy estrellas consagradas- Russell Crowe y Leonardo DiCaprio, y el argumento es tan simple como repetitivo, pero cuando en un western sale Gene Hackman y el pistolero se llama Sharon Stone el guión poco importa. Curiosa. 
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sábado, 21 de julio de 2012

Sillas de montar calientes

¿Por qué no incluir como western una sátira a los mismos?

Buena película de Mel Brooks que parodia bastante bien las míticas películas del oeste a veces hasta usando ejemplos de muchas de ellas. Pero en este caso estamos hablando de una comedia muy lograda para la época aunque por desgracía Gene Wilder gira en torno a la película y no la película entorno a el, es una pena pues tiene un protagonismo bastante secundario.

Esta película podría haber sido una excelente comedia por no decir mítica y no ha sido así ya que en algunas situaciones la película se hace pesada y aburrida, y eso que solo dura 88 minutos... los diálogos son entretenidos y discrepo totalmente con las opiniones que dicen que no hace gracia, a mi por ejemplo cuando sale Mel brooks me hace bastante gracia, esas carencias de decencia que se plasman en esta película hacen dejar a los 'yankis' como unos ciudadanos incultos y quizás estúpidos. También cuando ocurren las situaciones de racismo dejando a los 'yankis' otra vez como lo que son (o lo que eran), unos racistas y unos paletos incultos.

El argumento de esta película trata de un sheriff de raza negra que antes de ser sheriff fue el 'exclavo' de unos hombres a sueldo contratados por el ferrocarril para construir dicho ferrocarril hasta una ciudad que por motivos geográficos es imposible. Un fiscal corrupto llamado Hedley lamaar y por mediación de un juez necio e incompetente llamado William J. Lepetomein (Mel Brooks) urden un plan para hacerse con las tierras de los ciudadanos de Rock Ridge y en principio echarlos de ellas. Para ello el el fiscal engaña al necio juez Lepetomein para que nombre sheriff de dicha ciudad a Bart(Cleavon Little) sheriff de Rock Ridge y que se indignen y se vayan de la ciudad, pero la cosa no sale así y Bart conoce a Waco Kid (Gene Wilder), una supuesta leyenda que se hecho a perder pero que aun sigue siendo el mejor; además de unirse a ellos Mongo, un hombre bruto y algo tonto que tras perder en duelo contra Bart lo ve como un líder. Así que los tres se unirán junto a todo el pueblo de Rock Ridge (más alguna que otra sorpresa) para defender su pueblo.


TÍTULO ORIGINAL Blazing Saddles
AÑO 1974




DIRECTOR Mel Brooks
GUIÓN Mel Brooks, Norman Steinberg, Andrew Bergman, Richard Pryor, Alan Uger (Historia: Andrew Bergman)
MÚSICA John Morris
FOTOGRAFÍA Joseph Biroc
REPARTO Gene Wilder, Cleavon Little, Slim Pickens, Madeline Kahn, David Huddleston, Claude Ennis Starrett Jr., Lian Dumm, Harvey Korman, Mel Brooks, Burton Gilliam, Alex Karras, John Hillerman, George Furth, Jack Starrett, Carol Arthur, Richard Collier, Charles McGregor, Dom DeLuise
PRODUCTORA Warner Bros. Pictures. Producer: Michael Hertzberg
PREMIOS 1974: 3 nominaciones al Oscar: Actriz de reparto (Madeline Kahn), montaje, canción


SINOPSIS El avaricioso gobernador Lepetomane (Mel Brooks) y su malvado ayudante Hedley Lamarr quieren que los habitantes de Rock Ridge abandonen la ciudad, para vender los terrenos a una compañía de ferrocarril. Para facilitar sus maquiavélicos planes, nombran sheriff a Bart, un negro condenado a la horca, para que fomente el desorden y la anarquía en la ciudad.
CRÍTICAS ----------------------------------------
"Brooks, rey de la parodia hasta la llegada de Nielsen, se ríe de los westerns clásicos. Algún buen golpe no la redime de su flojera" (Javier Ocaña: Cinemanía)
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"Primera y más lograda de las parodias de Brooks. Entretenida" (Luis Martínez: Diario El País)
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domingo, 8 de julio de 2012

Policía Montada del Canadá


Primer film en color del realizador Cecil B. DeMille (1881-1959) y del actor Gary Cooper. El guión de Alan Le May, Jesse Lasky Jr. y C. Gardner Sullivan, adapta el libro “The Royal Canadian Mounted Police”, de Robert C. Fetherstonhaugh (no acreditado). Se rueda en platós al aire libre montados en Big Bear Lake, Big Bear Valley y Shay Ranch (San Bernardino Nacional Forest, CA), a partir del verano de 1939. Añade varias tomas independientes de las Montañas Rocosas (Canadá). Nominado a 5 Oscar, gana uno (montaje). Producido por Cecil B. DeMille para Paramount, se proyecta por primera vez en público, en sesión de preestreno, el 21-X-1940 (Regina, Saskatchenwan, Canadá). La acción dramática tiene lugar en 1875 en la población de Batoche, el Fuerte Carlton, situado a 20 millas de Batoche, Loon Lake, Duck Lake y alrededores (Canadá).

Los protagonistas son Dusty Rivers (Cooper), ranger de Texas, que llega en busca de Jacques Corbeau, acusado de asesinato en Texas; el sargento Jim Brett (Foster) y April Logan (Carroll). Dusty es joven, soltero, puntilloso servidor de la ley y tenaz. Jim es un militar vocacional, abnegado, sacrificado, disciplinado y eficaz. Corbeau, bajo la apariencia de comerciante, oculta un gran trajín de contrabando de whisky, compra de voluntades, corrupción y asesinatos. Destacan 3 secundarios: Louvette Corbeau, hija de Jacques, joven, sensual, atractiva, seductora y traicionera; el trampero Tod McDuff (Overman), escocés, pelirrojo, leal a la reina y el también trampero Dan Duroc (Tamiroff), animador de la revuelta y uno de sus líderes. El realizador, dado a identificar los personajes con estereotipos, asocia a Dusty con el héroe americano, honesto y amante de la justicia; a Brett con el patriota abnegado; a Louvette con la pasión carnal traicionera; a Tod con la lealtad a toda costa; a Corbeau con el crimen y la maldad; a April con la generosidad, la modestia y la diligencia propia de la ama de casa, etc.

La narración se desarrolla en escenarios naturales, salvo escenas intimistas, que se caracterizan por su grandiosidad, frondosidad y esplendidez. Funde paisaje y acción de manera que el conjunto forma una combinación que aúna referencias y significados bien articulados entre sí y coherentes. Las imágenes iniciales de las Montañas Rocosas anuncian al espectador que el relato se caracteriza por su grandeza, espectacularidad y sentido épico. La acción avanza a buen ritmo y aporta tensión, enfrentamientos, disputas, traiciones y contratiempos. La figura de Louis Riel, su liderazgo de la revuelta de los mestizos de 1885, su profesión de maestro de escuela, la masacre de Duke Lake y otros elementos son históricamente ciertos.

El fondo histórico de los hechos es aprovechado por el realizador para dotar al relato del realismo épico que quiere que respire el trabajo. Al servicio del mismo fin se esfuerza en dotar de verosimilitud a la acción y de un realismo casi tangible a los escenarios exteriores. Sus afanes de verismo le llevan, además, a trasladar a la película las imágenes de los uniformes y vestimentas de pinturas de la época, como las de Frederic Remington y Charles M. Russell.

Cuida la presencia del humor, que salpica la historia con referencias cómicas, que se sirven de la exageración (grandes espuelas), la sorpresa, la rivalidad entre similares (Duroc y Tod), el ingenio (café muy cargado), etc. Elogia el valor, la valentía, el esfuerzo, la legalidad, la heroicidad, etc. Propone y defiende las buenas relaciones entre EEUU y Canadá. Pese a la riqueza de detalles, la variedad de situaciones que se muestran, el dinamismo de las escenas de lucha (montadas de modo excelente), la diferenciada caracterización de los personajes y otras virtudes del film, imitado en numerosas ocasiones, el conjunto del mismo resulta lastrado por una cierta simplicidad (característica habitual de DeMille). Las vibraciones emocionales que se apuntan en varias ocasiones, no culminan en momentos del todo consistentes. Estos y otros factores hacen del film un trabajo que no alcanza los niveles de emoción y arrastre deseables. Con todo no negamos sus méritos, que son numerosos y no carecen de interés.

La banda sonora, de Victor Young, ofrece pasajes descriptivos de acompañamiento. Destaca por su fuerza y ritmo la marcha que acompaña a la caballería e introduce los créditos de cierre. Añade una bonita canción, que titula "Does the Moon ShineThrough the Lonesome Pine?", de Young y Loesser. La fotografía, de W. Howard Greene y Victor Milner, se beneficia de un cromatismo brillante, de colores saturados y de contrastes bien compensados entre los fríos predominantes (azules y verdes) y los cálidos excepcionales (guerreras rojas).
TÍTULO ORIGINAL North West Mounted Police (AKA Northwest Mounted Police)
AÑO 1940




DIRECTOR Cecil B. DeMille
GUIÓN Alan Lemay, Jesse Lasky Jr., C. Gardner Sullivan
MÚSICA Victor Young
FOTOGRAFÍA Victor Milner & W. Howard Greene
REPARTO Gary Cooper, Madeleine Carroll, Paulette Goddard, Preston Foster, Robert Preston, Akim Tamiroff, Lynne Overman, George Bancroft, Lon Chaney Jr., Walter Hampden
PRODUCTORA Paramount Pictures
PREMIOS 1940: Oscar: Mejor montaje. 5 nominaciones


SINOPSIS En 1885, tres aventureros hombres de la frontera (el maestro Riel, el traficante de whisky Corbeau, y el trampero Duroc) fomentan la rebelión contra la corona en el centro de Canadá. Sólo la policía montada permanece leal. El policía Ronnie Logan está enamorado de la hija de Corbeau, Louvette, pero encuentra otro rival en un ranger de Texas que busca a Corbeau por asesinato.
CRÍTICAS ----------------------------------------
"Efectivo filme de aventuras rodado casi en su totalidad, aunque no lo pareza por sus maravillosos paisajes, dentro de unos estudios. Pese a que no sea uno de los mejores trabajos de su realizador, su sentido del espectáculo sigue patente desde la primera hasta la última escena."
(Fernando Morales: Diario El País)
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